domingo, 11 de febrero de 2018

Un alud verdaderamente peligroso: el futuro de las pensiones

Mariano Rajoy es el presidente del gobierno español y, por tanto se supone (seguramente peco de iluso por tal suposición) que sus decisiones han de tomarse con vistas a la mejora de la vida de todos los españoles. Durante esta semana, en un foro patrocinado por una empresa de asesoría fiscal, ha recomendado a los españoles ahorrar con vistas a complementar las pensiones y los planes de futuro como la educación de los hijos. Sin duda el ahorro es buen consejo como lo es ser previsor pero que sea el presidente quien lo haga y con esos objetivos me resulta alarmante.   

Durante su gobierno en plena crisis económica el fondo para las pensiones ha mermado hasta casi vaciarse mientras que para evitar la caída de cajas de ahorro y de bancos con una gestión cuestionable se pagaron miles de millones de euros que no han sido reintegrados a pesar de que se haya consumado el saneamiento de estas entidades. Si a esto sumamos que la supuesta recuperación de la economía en España no ha ido acompañada de una mejora en los sueldos (muy mermados en una época con devastadoras cifras del paro, aún muy altas) mientras que las empresas sí ven mejorar claramente sus dividendos, estamos ante un claro aumento de la desigualdad.

¿No supone un insulto a nuestra inteligencia que se apoye el ahorro cuando una mayoría de españoles tiene dificultades para acumular ese excedente con sus precarios sueldos? Tal vez gastos como la carta anual para explicar irrisorias subidas en las pensiones que apenas cubren las subidas de precios de productos básicos, se deberían invertir en una mejor gestión del sistema público de pensiones cuyo mantenimiento parece amenazado tras ese consejo. Los planes de pensiones tienen unos beneficiarios evidentes: las entidades bancarias (algunas de las cuales ya recibieron dinero a fondo perdido del estado) y aquellos privilegiados que están ganando dinero para poder establecer estos métodos de ahorro (y cuyo nivel de vida desde luego no asegura el sistema público de pensiones). Así pues, a la recomendación de Sr. Rajoy le devuelvo la mía de que busque sistemas para asegurar las pensiones en un futuro y se deje de ahorros virtuales.

Por otra parte, los medios de comunicación esta semana han presentado sus prioridades esta semana: la nieve en febrero (vaya sorpresón) y el culebrón de Puigdemont (vaya novedad). Hubiera preferido que las horas dedicadas a ¿informar? sobre estos temas se hubieran aprovechado para otros de mayor importancia así como la verborrea de sus "analistas". Es otro punto decepcionante de nuestra sociedad, con unos periodistas amordazados por sus jefes con una clara tendencia política (mucho más que la verdad que pretenden mostrar).

miércoles, 25 de mayo de 2016

Campaña electoral o nueva tortura

El año 2015 ha sido una campaña electoral ininterrumpida que se ha prolongado hasta ahora y me ha saturado de política. Sin embargo, rompo el silencio impuesto por este hartazgo y expresaré mi opinión una vez más,  posiblemente la última hasta el día de las elecciones.
Parece claro que el próximo presidente saldrá de uno de los cuatro partidos mayoritarios y probablemente por algún acuerdo entre dos de ellos. También es previsible que sea entre ideologías afines, por tanto, o PP y Ciudadanos o PSOE y Podemos. Me baso para este pronóstico en las negociaciones fallidas anteriores y porque los partidos siguen siendo de derechas o izquierdas, o si lo prefieren, conservadores y progresistas. El centro en política no existe pues es la indefinición, todos aquellos partidos que flirtean con el centro simplemente quieren ganar votos de los indecisos, los indefinidos.
Así pues, los españoles nos encontramos ante cuatro propuestas principales:  una derecha tradicional cuyo asentamiento en el poder ha supuesto un nivel de corrupción vergonzoso, un partido de derechas que aparenta una modernidad cuestionable en cuanto aparecen temas como la relación estado iglesia y que apuesta fuertemente por la privatización de todos los servicios, una izquierda tradicional que parece resignada a asumir la tiranía de los grandes capitales como mal inevitable y una izquierda más radical que peca de un idealismo tan excesivo como su diversidad de opiniones.
A partir de aquí, las promesas, los juegos de palabras, las opiniones interesadas, los datos manipulados y, en general, la distorsión de la realidad. En más de una ocasión he manifestado la importancia de observar y analizar esta realidad como  base para tomar una decisión, pero reconozco que la vida con su dureza no facilita tan ardua labor. Sinceramente, ninguno me convence lo suficiente para hacer campaña por él, pienso votar al que me parece menos malo, pero desde luego pienso votar. En esta democracia tan viciada de privilegios contradictorios con su propia esencia, al ciudadano sólo le queda esa pequeña porción de poder de decisión y se debe aprovechar.
No obstante, si estoy convencido  de otra cuestión. Soy progresista, si prefieren decirlo de otra forma,  de izquierdas, y deseo para España una mejora en la situación y sobre todo un  futuro más halagüeño. Para ello tengo claro a quien no voy a votar, al PP. Si los recortes en educación y sanidad, pilares fundamentales del estado de bienestar,  no son suficiente razón, la corrupción planificada en su propia sede y sus políticas cortoplacistas que amenazan el sistema de pensiones me parecen razones de mayor peso.
Tal vez, por todo eso me resulta  especialmente insultante, afirmaciones o divisas como “vamos a ver a España en positivo”. Claro, olvidemos la tasa de paro y la precariedad laboral, el deterioro de la sanidad y la educación, el oscuro futuro de las pensiones, el pesado yugo de la deuda, hablemos pues del buen  tiempo que tenemos en comparación con los fríos parajes del norte de Europa y, como no, del gran éxito del fútbol español en las competiciones continentales. Cada uno que establezca sus prioridades.
En mi opinión sobre el manido tema de por qué en este país se sigue votando a corruptos, creo que el ser humano triunfó en la evolución por su increíble capacidad de adaptación. Nos acostumbramos a todo, a que la ley no sea justa ni igualitaria, a que unos pocos aprovechen su situación privilegiada para adquirir cada vez más privilegios, hasta nos parece de lo más normal,  hoy en día, ver a alguien hurgando en el interior de un contenedor de basura.
A pesar de todo, habrá quien no esté de acuerdo conmigo, cada uno es libre de votar lo que quiera, pero que se reflexione antes, por favor, aunque los medios de comunicación traten de inducir ideas más que de informar y de que tengamos que soportar otra torturante campaña electoral.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El caso catalán o la irresponsabilidad de los políticos

Ya han pasado meses desde que se convocaron las elecciones catalanas y más todavía desde que los partidos nacionalistas catalanes pidieron votar para conseguir la independencia. Meses de declaraciones incendiarias tanto por parte de los nacionalistas catalanes como de los nacionalistas españoles. Meses de enfrentamientos, desencuentros y sobre todo de propagación de un mensaje aprovechando incluso cualquier opinión de líderes mundiales para apoyar una causa u otra. Pero me he es difícil recordar, entre tanta declaración institucional y de expertos internacionales, las palabras de la gente de Cataluña. No me refiero a las palabras de la gente que ha acudido a la convocatoria de una manifestación por parte de alguno de los bandos. Quiero decir las palabras de los ciudadanos que desarrollan su vida en Cataluña, que viven allí.
En los medios de comunicación, se da voz a los políticos como representantes de la sociedad. Sin embargo, ante la radicalización de las posturas por parte de estos, tengo serias dudas de que en estos momentos esta representación sea real. Viví en Cataluña una temporada hace ya más de diez años y me parece que mucho han tenido que cambiar las cosas.
Entonces ya existía, por supuesto, el sentimiento de Cataluña como nación y ya había radicales (recuerdo un furibundo alegato antiespañol por parte de un compañero de trabajo que estaba indignado porque el desfile de las fuerzas armadas del año 2000 se celebraba en Barcelona, lo definió como una demostración de fuerza colonialista. Por otro lado, oía hablar con resentimiento a algunos castellanoparlantes sin ningún argumento más allá de odiar al que hablaba catalán porque ellos no dominaban la lengua). Pero esos casos eran una minoría, la gran mayoría de gente que conocí convivían en paz, en general, orgullosos de su lengua y cultura, algo dolidos por la beligerancia de algunos españoles fuera de Cataluña, pero principalmente gente que respetaba la opinión de aquellos que disentían de ellos.
Ahora las divergencias se revelan con un odio desmedido. He oído hablar a conocidos e incluso familiares con un rencor profundo contra los catalanes. En muchos casos aquellos que hablaban así no habían estado en su vida en Cataluña y no tengo claro que hayan hablado alguna vez con algún catalán. ¿Qué criterio seguimos en nuestras opiniones? Los medios de comunicación han convertido el debate en espectáculo. En su búsqueda de la audiencia hasta los informativos parecen estructurados para ello. Se cruzan las declaraciones de los líderes opuestos cual cruce de invectivas entre púgiles antes del combate.
Considero una tremenda irresponsabilidad por parte de los políticos y de los medios de comunicación hacer declaraciones poco tolerantes y fomentar la confrontación, unos por unos ideales con  un trasfondo económico (el dinero siempre está ahí) y otros por crear una tensión que mantenga sus índices de audiencia. Han faltado políticos que se dediquen a la negociación más que al lanzamiento de proclamas y medios que hayan hecho un análisis serio y cercano al pueblo en lugar de mostrar debates con palabras subidas de tono y soportadas por débiles argumentos.
Mi opinión: España pierde mucho sin Cataluña y Cataluña perdería mucho sin España. Hace tiempo que se deberían haber sentado las partes a hablar de las razones del desencuentro tras siglos de convivencia e intentar limar asperezas en lugar de lanzarse a una decisión tan trascendente como la secesión o la imposición militar.

Lo más lamentable es que la solución no se dará tras los resultados de las próximas elecciones. Personalmente creo que una mayoría parlamentaria no es representativa de una mayoría del pueblo catalán (se puede conseguir con menos de 50% de los votos). Lo que deben de hacer es calmar los ánimos y comportarse como políticos que escuchan a la ciudadanía y no quieran imponer sus preferencias personales.

domingo, 24 de mayo de 2015

Promesas y ruegos

Como profesor,  estoy acostumbrado a encontrarme hacia el final del curso con la siguiente situación. Muchos alumnos que durante el curso apenas han trabajado y no se han preocupado por sus resultados suplican ahora por un aprobado. Las primeras veces tienes la sensación de que están bromeando pero luego observas que verdaderamente creen que estos ruegos van a ser atendidos y que después de un año sin hacer nada les va a aparecer un aprobado milagrosamente. Tan increíble actitud podría justificarse por la posibilidad de que semejante táctica les haya funcionado en el ámbito del hogar ante sus padres,  pero como profesor no puedo desdeñar el alto poder didáctico de los ejemplos.

Si el ejemplo lo dan los políticos, que al ser elegidos representan a los ciudadanos, esta actitud de los jóvenes estudiantes no parece tan descabellada. Han podido observar durante esta campaña electoral como muchos gobernantes que vuelven a presentarse a las elecciones o representantes del mismo partido que lo hacen por primera vez, prometen un futuro idílico si los eliges, obviando totalmente la realidad que han legado tras sus cuatro años de gobierno. Algunos hacen una interesada referencia a algunos detalles mientras ignoran por completo otros aspectos, otros tantos se limitan a hacer una lectura totalmente partidista de la existencia aunque la situación generalizada no se vea en absoluto reflejada en ella. Así pues, con estos ejemplos de comportamiento, no debería extrañarme de ninguna manera ante las demandas absurdas de los alumnos ¿acaso no lo son más las de los políticos por nuestro voto?

domingo, 17 de mayo de 2015

Circo electoral

Con bastante probabilidad, cuando se pregunta a la gente sobre las cualidades que ha de tener un presidente, entre  las respuestas seguro que estarán capacidad de liderazgo, resolución, sacrificio por la mayoría, honestidad, inteligencia, empatía, responsabilidad. Si comparásemos esa imagen ideal con presidentes autonómicos, alcaldes y el propio Presidente del Gobierno, nos daríamos cuenta inmediatamente de cuán lejos estamos de esa idoneidad. Sin embargo, los más doloroso es que durante la cansina campaña electoral, los candidatos ni si quiera se molestan en transmitir esas cualidades ideales. En ese circo que es que la campaña, se trata principalmente de parecer simpático y criticar al rival. En el camino, promesas que en muchos casos son exageradas y en otros tan poco concretas que cualquiera podría hacerlas.

Las cualidades que transmiten: poco o ningún sentido del ridículo, una capacidad infinita de mantener el tipo ante las críticas e incluso sonreír a la adversidad, describir un futuro idílico sin tener en cuenta en modo alguno los hechos del pasado. Así pues, no tienen problema en utilizar la campaña para montar en bici cual estudiantes en vacaciones veraniegas en el pueblo, sacar el perro a pasear (aunque sea esos días, para el resto “las grandes ocupaciones” lo impiden), firmar fotos como estrellas de Hollywood, decretar ayudas negadas durante todo el mandato, etc. ¿Es tan limitada nuestra memoria que quince días de pan y circo van a decidir nuestro voto frente a cuatro años en los que las propuestas se han convertido en realidades opuestas o en muchos casos promesas llevadas por el viento? Es posible que sí, tan limitada la memoria como ilimitada la estupidez humana.

domingo, 19 de abril de 2015

Las purgas en democracia

El PP está poniendo toda su maquinaria en marcha para lograr su principal objetivo: mantenerse en el poder. Está claro que cualquier partido político quiere ganar unas elecciones para poner en marcha sus propuestas de gobierno. En este caso, el PP ganó unas elecciones con unas propuestas que no han llevado a cabo, prometieron que no subirían impuestos y lo hicieron, prometieron no superar algunas líneas rojas y han emborronado todo: sanidad, educación, pensiones, etc. Principalmente dijeron que acabarían con la crisis (deja a España se hunda que ya la levantaremos, recuerden conversación de Montoro con diputada de CC). Sin embargo, por mucho que lance su batería de mensajes ensalzadores del “crecimiento” de España, las cifras de desempleo siguen siendo de escándalo y si por fortuna fuesen algo menores que al inicio de su mandato, las condiciones económicas y laborales de aquellos que son “privilegiados” por tener un empleo son infinitamente peores. Se pagan muchos más impuestos y se reciben unos servicios públicos (sanidad, educación y justicia) de mucha peor calidad, por la acumulación de trabajo y la poca disposición (o mala gestión) de los medios para llevarlos a cabo.
Con esta realidad, los casos de corrupción no pueden sino indignar mucho más a la ciudadanía y a pesar de los intentos de propagar el mensaje de que “todos son lo mismo” son ya muchos los casos que han señalado directamente a destacados dirigentes de su partido. Entre estos, uno de los políticos que se ensalzaron durante el periodo Aznar (de hecho, muchos apostaban por él como su sucesor antes que el mismo Rajoy), por supuesto, me estoy refiriendo a Rodrigo Rato. Ya manchada su carrera política por la caída de bankia y el caso de las tarjetas en negro, Rodrigo Rato estaba muy lejos del político ejemplar al que se refería el mismo Rajoy, como la hemeroteca se encarga de recordarnos. Así que, este nuevo escándalo si hubiese intentado tapar, hubiera arrastrado a todo el Gobierno al abismo. La jugada, digna de la serie que Pablo Iglesias (en un acto muy de campaña electoral y un poco fuera de lugar) regaló a S.M. Felipe VI, ha sido mostrar su caída como ejemplo de que la justicia funciona. Esto tras la salida de Blesa de la cárcel, la fulminante inhabilitación de un juez por haberse atrevido a hacerlo, los múltiples desahucios que han dejado a personas sin hogar, la ausencia de condenados por dejar a miles de personas sin los ahorros de toda una vida. Pues sí, tras estos hechos resulta que el mensaje (consensuado y repetido al dedillo por todos los miembros del PP) es que la caída de Rato es un asunto particular y un ejemplo de que la Justicia es igual para todos. Es otra versión del ya gastado “ese señor” cuando se referían a Bárcenas. Porque precisamente el caso Bárcenas y los ordenadores “quemados” que presentó el PP tras solicitud formal por parte del juez, son un claro ejemplo de lo que entiende el PP por Justicia (esa que es la misma para todos).

Creo que ya lo he comentado en diversas ocasiones, aquel que ha de repetir continuamente la palabra democracia o demócrata para designarse a sí mismo, tal vez teme que le tomen por otra cosa, que sus actos no lo dejen claro. Podría ser este el caso de Partido Popular que repetidamente denomina a sus miembros como demócratas en oposición a múltiples rivales (no solo terroristas sino otros grupos políticos como el emergente Podemos). Su actos que pretenden vendernos como ejemplarizantes son burdos remedos de estrategias políticas de regímenes totalitarios como los de Stalin o Mao ¿acaso las purgas tenían cómo único fin eliminar a rivales u opositores? No, eran la ocasión para presentar al pueblo cabezas de turco que representaran todo los defectos de un régimen que no admite sus tremendos errores y su ineficacia.

domingo, 29 de marzo de 2015

Respeto al duelo

Sin ninguna duda, el accidente aéreo que ha sucedido en los Pirineos nos ha impactado. La muerte de más de cien personas en un solo acto, por un azar extraño cuyas causas todavía están por esclarecer, nos preocupa, indigna y entristece. Los medios de comunicación en su misión de informar sobre los asuntos de interés se han movilizado inmediatamente. Sin embargo, a la extrañeza y falta de datos iniciales, les ha seguido un alud de declaraciones, suposiciones (en algunos casos rozando lo morboso) y una saturación de noticias relacionadas que creo que no merecen las víctimas y sus familiares.

El doloroso viaje al lugar de los hechos que han realizado muchos parientes ha sido cubierto por muchos medios de comunicación con la intensidad de una visita papal aunque, gracias a la labor de las autoridades galas, se ha conseguido que transcurra con una mínima intimidad, a pesar de la presión agobiante de periodistas en busca ¿de qué? ¿impresiones, opiniones, imágenes de sufrimiento? en un lugar donde el desastre ya había ocurrido.

Es de agredecer que los medios de comunicación informen de manera cumplida de la actualidad  y que generen opinión sobre los temas relacionados, en este caso la seguridad en los vuelos. No obstante, el exceso de reiteración en los contenidos día tras día, sin aportar novedades o lo que es peor considerando fuentes dudosas (no puedo ocultar mi perplejidad ante las portadas de periódicos y los comienzos de noticiarios con las declaraciones de una ex novia del copiloto, recogidas a su vez en un periódico alemán conocido por sus titulares y artículos provocativos en muchas ocasiones) llevan a los informativos a la peligrosa línea que separa la información exhaustiva y el show.


No creo que haya conclusiones fiables en corto tiempo. Llevará tiempo el estudio de los restos del avión, los contenidos de las cajas negras, reconstruir con detalle la biografía del copiloto para evaluar causas y motivaciones. En ese periodo de tiempo surgirán muchas noticias diferentes, algunas lamentablemente también relacionadas con desgracias, y el enorme caudal de información sobre el accidente y sobre todo, su causante, disminuirá. Lo que ocurrirá cuando se sepa con ciertas garantías las causas del accidente es que será una noticia que seguramente no aparezca en portada pero, sobre todo, esperemos que para entonces los familiares hayan podido asumir ese terrible dolor y que, por fin, las víctimas puedan descansar en paz.